
Al cierre del año, la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de la región habrá aumentado en 2,1%, de acuerdo con proyecciones del más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), titulado “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023”.
Esa cifra representa un descenso en comparación con los resultados de 2022, pero es mayor que el crecimiento previsto para 2024 que se ubicará en 1,8%.
Y es que según la Cepal, la región se encuentra en una senda de desaceleración que en parte es reflejo del “bajo dinamismo del crecimiento económico y comercio global” que hace que la región reciba un impulso limitado desde la economía mundial.
Este bajo crecimiento económico impactará otros aspectos más concretos y en la práctica implicará también “una desaceleración en la creación de empleo y la persistencia de la informalidad y de las brechas de género, entre otros efectos”, señala el documento.
Estas tendencias económicas, sin embargo, no significan una condena pues hay medidas que los propios países pueden tomar para incentivar más la actividad económica.
De acuerdo con el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, para escapar de esta tendencia de crecimiento bajo, los países deben “escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores, impulsar políticas para promover la inversión pública y privada, y adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos”.